El pueblo que no aparece en los censos


Miranda sigue ahí, olvidada por las estadísticas. Con su vestido de postal que resiste al paso del tiempo; calle recta paralela a las vías y ventanas con la vista fija en la estación, a la espera de un tren con sonido a milagro. Miranda resiste en silencio, cuidada y prolija como el edificio de la delegación municipal, susurro de prog ...reso con firma de Salamone; leyenda de pago chico a la búsqueda de cómplices mientras el sol del verano tardío, apabullante, parece jugarle su propio desafío a las hamacas vacías. Miranda todavía respira, abrazada por la llanura y el algodón de los caminos de tierra. Aunque el presente, injusto, la haya borrado del censo.


Miranda, partido de Rauch. Marzo de 2008.

Paso de la Patria


Nubes que esconden el amanecer, un puñado de días para el invierno, campos teñidos de gris. El asfalto mojado por un chaparrón, pájaros que se adueñan de los silencios y tres paredes orgullosas que resisten la derrota. Escenografía para una esquina de leyenda, de estaño, duelos a cuchillo y partidos de pelota; cruce de caminos donde coinciden pasado, presente y futuro. Paso de la Patria sigue de pie, sostenido por sus leyendas. Aunque los ojos, brillosos, sólo reflejen ruinas.

Paso de la Patria. Dolores, 13 de junio de 2010.

Carreras de tierra


No hay tiempo para dudas. La nube de polvo está ahí nomás, de frente, cargada de riesgo y adrenalina; una prenda que el destino pone antes de la bandera a cuadros. Es la última carrera del domingo; hora azul, niebla que baja sobre los campos y una luna disfrazada de sol que asoma en silencio por el este. Sensaciones que laten con fuerza, mientras respiran nafta y el humo de las brasas. Códigos del automovilismo zonal de tierra, también parte de la llanura.

Navarro, 20 de marzo de 2011.

Estación Larrea


La vida pasa de largo, abrazada a rieles cansados de idas y vueltas. Siempre con la vista fija en el horizonte, allá donde termina la llanura, como si no quisiera reconocer la derrota a sus costados. El tiempo borró hace tiempo a Larrea de los itinerarios aunque la estación resiste con dignidad, ajena al fracaso y también al presente, protegida de las miradas por un monte piadoso. Los carteles siguen de pie, aunque ya no llevan nombres: apenas el gris de la derrota, teñido de invierno, recuerdos y silenciosa agonía.

Estación Larrea, partido de Alberti, 8 de julio de 2007.